Lo que la Pandemia nos impuso y las narrativas que desnudan

Lic. María Aurora Bello

Daniel Waisbrot en el 2001 ante la catástrofe social que vivíamos escribe, junto a otros, un maravilloso libro que se llama “Clínica Psicoanalítica frente a las Catástrofes Sociales”. Allí, junto a I. Lewkowicz, trabajan los conceptos de Trauma, Acontecimiento y Catástrofe. 

Repasando, vemos que Trauma es algo excesivo que ingresa en el psiquismo y paraliza. Algo que no puede resolverse con los recursos previos. Obliga a una recomposición, y eso que invade, si no se inscribe, causa estragos . Trauma significa, desde este sentido, agujero. Acontecimiento, es cuando algo desquicia y marca un imposible para ser representado. Hay que inventar, porque antes, eso, era impensado. No es algo que habita el psiquismo, es la aparición de lo novedoso, totalmente despojado de lo anterior. Es una invención de un recorrido heterogéneo, pasaje de una cosa a otra. Y Catástrofe, impone un desmantelamiento, no recompone el trauma ni inventa nada nuevo. Es un cambio general que pone al sujeto en desamparo; es informe e inconsistente, ninguna palabra logra describirlo, destituye las marcas previas, es desvastador y tiene efecto desubjetivizante.

La pregunta sería ¿cómo una formación subjetiva o colectiva se encuentra con esto que es nuevo, arrasador y planetario? ¿Qué se hizo en las otras pandemias (conocidas) Peste bubónica, Gripe española, Fiebre amarilla?  Momentos de quiebre en la subjetividad, momentos de muerte. Si lo tomamos como un todo totalmente nuevo, quedamos desvalidos. Hay novedad y hay una historia que nos presta elementos para pensar lo de hoy. Esta crisis tiene la característica de la ajenidad y de lo impensable. No tiene representación, solo presentación. Y el enigma del futuro invade nuestros pensamientos, y sentimos que este es otro mundo y caen las fantasías de lo absoluto.  Hay un síntoma fuerte en lo social que se ve claramente: la desigualdad. Y aparecen las controversias de intereses (Diana Kordon). Estas crisis de los conjuntos las debatíamos en el espacio público y ahora en el aislamiento, y surgen fantasías catastróficas y negacionistas, en lo singular y en lo colectivo: nuevas grietas. En la catástrofe social del 2001 , nuestra potencia estaba en los lazos, haciendo acciones, abriendo puertas, explicando lo que sentíamos, Club del Trueque y Asambleas Populares. Hoy en esta distancia social que nos protege, tenemos una fraternidad virtual que nos sostiene, y ahí deberemos dar otras reflexiones. Diana Kordon dice que solos podemos tener pánico, con otros, sólo miedo. La elaboración de lo que estamos viviendo es personal y colectiva al mismo tiempo.  Janin Puget decía hace poquito, que la solidaridad no es algo que hacemos por otros, sino lo que hacemos con otros. Es un debate de este nuevo “entre” y de esta subjetividad múltiple donde el sujeto se pone en el centro de la situación , iluminando lo autoconservativo en vez de lo autopreservativo, con el peligro de la pérdida de los sueños y del deseo. No obstante Daniel Waisbrot nos alienta a que algunas veces es necesario  poder declararse náufragos.

Desde otra perspectiva Denise Najmanovich, nos dice que en realidad nunca estamos aislados. Que, lo que la pandemia nos enseña es que la vida siempre es convivencia, influencia y afectación mutua. Los humanos cuando al comienzo de la pandemia nos movíamos menos o muy poco, otras especies ganaron movilidad  y reaparecieron a nuestros ojos. Y cayeron nuestras falsas ilusiones de independencia. Un diminuto virus vino a recordarnos que somos una criatura entre otras y que deberemos aprender  a pensar y a vivir de un modo no predatorio. Y nos impuso una nueva herida narcisista:” Copérnico nos invitó a abandonar la creencia de la tierra como centro del Universo. Darwin nos instó a aceptar que somos un animal entre otros y luego Freud, que abrió la experiencia humana para acoger los territorios del inconsciente. Hoy, cuando creíamos controlarlo todo, la pandemia nos ha mostrado lo fútiles y dañinas que son las pretensiones de dominación.” (2020)                        Y la Pandemia, también nos ha mostrado el estado actual del Capitalismo Tardío, que nos hechiza con sus relatos  y sus ofrecimientos de consumo, los individualismos productivos y eficientistas, la destrucción de los ecosistemas que permite el desarrollo de unos y la pobreza y la enfermedad de muchos. César Hazaki , en su libro Modo Cyborg  (Ed Topia,2019) cuenta la historia del Capitalismo y de quienes mostraron la otra cara del mismo (Nietzsche, Marx y Freud), llegando hasta la actualidad  y preguntándose cómo ocurre y cómo se manifiesta el  sujeto moldeado por el laboratorio tecnocientífico, ese al que la Universidad de Stanford propone cambiar permanentemente de acuerdo a los intereses del capitalismo. Se trata de que cada vez surjan más usuarios, cyborg  adaptados y consumistas. La pandemia demostró cómo los usuarios deben estar preparados para que la vida virtual 24/7 funcione. Un trabajador homeoffice debe hasta perder el sueño para lograr un tiempo laboral que no tiene principio ni fin. Obediente y aislado de sus compañeros de trabajo.  Pero este modelo del hiperconectado  está mostrando sus fisuras,  y este cyborg pone de manifiesto que en realidad no tiene muchas herramientas de comunicación, sino una prótesis adosada al cuerpo. La desmentida reina cuando observamos el padecimientos que el teletrabajo y la teleducación producen en cada uno. La resistencia no es ser tecnofóbico, sino reconocer qué perdemos como seres vivos y humanos, qué nuevas prácticas ponemos a trabajar para no dejarnos colonizar el cerebro con los algoritmos. 

No es época de recetas ni de bajar líneas. Es una época de interrogantes. ¿qué hacemos frente a la incertidumbre?  frente a una realidad que nos excede para comprenderla, cuando el miedo nos vuelve narcisistas y no podemos responder con solidaridad, cuando el problema es el barbijo de la subjetividad.  Hace muchos años (1999) yo escribí en un trabajo para unas jornadas cuál sería la posible respuesta a la violencia de esos días y escribí ( ya lectora de Spinoza) que podría ser convertir la razón en una razón apasionada junto con otros. Y hoy pensaba parecido, hacer unión en el cuerpo social articulado. Frente a la disolución de los vínculos, crear comunidad, con la comunidad. Salir a buscar el deseo en el acontecimiento, pero con otros, hagamos trabajos colectivos, rescatemos lo valioso de lo vincular en la construcción de la subjetividad. Ya lo dijo C. Pachuk: la pandemia puso en escena la grupalidad y la virtualidad. La grupalidad es esencial para estos tiempos y de la virtualidad creativa, ya estamos aprendiendo!

Lo que la Pandemia nos impuso y las narrativas que desnudan
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