Pensando en escenas

Autores:    Bello, María Aurora; Gigena, María del Carmen; Kaplan, Damián.

 “Tema del drama son todas las variedades de sufrimiento; el espectador tiene que extraer de ellas un placer, y de ahí resulta la primera condición de la creación artística”

(Freud, 2007).

“Los dispositivos tienen pues, como componentes, líneas de visibilidad, de enunciación, líneas de fuerzas, líneas de subjetivación, líneas de ruptura, de fisura, de fractura que se entrecruzan y se mezclan mientras unas suscitan otras a través de variaciones o hasta de mutaciones de disposición”

(Deleuze, 1999).

Introducción

Mucho se ha escrito acerca de la noción de dispositivo. Por lo que quisiéramos comenzar aclarando que, a los fines del presente trabajo tomaremos centralmente las ideas de Kaës (2010), quien los concibe como aparatos teórico-técnicos de trabajo construidos para un fin determinado, y orientados por una ética de quien o quienes lo ponen en marcha. Esa organización de elementos espaciotemporales y materiales debe ser acorde con un objetivo de conocimiento y transformación. Es necesario entonces distinguir encuadre de dispositivo, siendo el primero parte del segundo (Mauer, Moscona, & Resnizky, 2014). Pero además comprender que cada dispositivo produce y pone en visibilidad diferentes fenómenos, dentro de los cuales nos interesamos particularmente por las producciones subjetivas. En este sentido, nos proponemos pensar un inconsciente a ser desplegado en escenas con otros, donde el lenguaje de las palabras se integra al del cuerpo, las miradas, los gestos, los sonidos. Matices que abren a la multiplicidad, que liberan el potencial capturado en la estereotipia de más de lo mismo.

Hoy los sufrimientos epocales nos interrogan en su contemporaneidad, el atravesamiento de los sujetos singulares y colectivos tienen que ver con el individualismo, lo incierto, lo inmediato. Los paradigmas del éxito, del no-conflicto y el mercantilismo, ha demonizado las emociones y sentimientos propios de la existencia humana. En la vertiente actual de desvinculación de los lazos, los padecimientos son otros. ¿Cómo afrontar las problemáticas del vacío de proyecto, de representación, de vínculo? ¿Alcanzan los referentes teórico-técnicos para dar respuestas a las demandas, hoy? ¿cuáles son los obstáculos para pensarlas?

Variaciones en el dispositivo

Quisiéramos compartir cierta interrogación en relación a las variaciones dentro de los dispositivos psicoanalíticos, que nos han llevado a considerar el borde entre “psicodrama psicoanalítico y psicoanálisis psicodramático”.

  • Históricamente el Psicoanálisis se ha nutrido del teatro. Sintéticamente podemos decir que Freud: 1. Encuentra en las obras modelos heurísticos que le permiten metaforizar y profundizar de ese modo la comprensión de los fenómenos inconscientes (paradigmáticamente, Edipo Rey). 2. Toma además fenómenos centrales del teatro griego (catarsis e identificación) para pensar lo terapéutico.
  • La “técnica del jugar” surgida para hacer analizables a los niños, implica una modificación radical del dispositivo. La acción, los cuerpos y el juego abren nuevas posibilidades teórico-técnicas insospechadas hasta entonces. El lenguaje verbal deja de ser el único. Muchos de los descubrimientos realizados a través de ese nuevo dispositivo producen a su vez conceptualizaciones novedosas que se utilizan incluso para pensar la mente adulta, pero el juego sigue proscripto del dispositivo con adultos. La edad cronológica parece seguir delimitando el uso del cuerpo y del lenguaje. Los temores al acting-out prevalecen por sobre los peligros de la intelectualización/racionalización, que refuerza la disociación de los afectos.
  • Los dispositivos vinculares desarrollan un andamiaje teórico-técnico para el trabajo en presencia. Allí, sin que nadie lo indique los cuerpos se ubican, se tensan, se ríen. Se producen escenas de diversa índole y la distribución de roles puede estereotiparse o producir movimientos acontecimentales.

Consideramos que estos cambios abren a la posibilidad de pensar una serie de variaciones dentro de los dispositivos vinculares. Integrando, del lado de la técnica al juego dramático (o técnicas psicodramáticas) dentro del repertorio de intervenciones posibles. Y del lado de la teorización o más específicamente de la actitud mental del analista al pensamiento en escenas, como un modo de pensamiento clínico espacialmente útil. Siguiendo a (Kononovich, 1984) pensamos que la especificidad del dispositivo que ponemos en marcha esta en relación con:

  1. Una teoría de la mente, una comprensión de la psicopatología y una terapéutica basada en el corpus teórico psicoanalítico.
  2. Una comprensión sobre lo vincular/grupal basada en autores psicoanalíticos, como Pichón-Riviere, Puget, Bernard, Anzieu, Kaës, etc.
  3. Un abordaje terapéutico que tiene su eje en la dramatización, en la escena dramática. En la medida en que promueve y visibiliza la resonancia fantasmática y el despliegue de los grupos internos de los sujetos en situación de grupo.

El dispositivo del Psicodrama Psicoanalítico vincular/grupal comprende una forma de pensar lo grupal como campo de problemáticas donde se producen múltiples atravesamientos del contexto social histórico en la producción de subjetividades. “El psicodrama (…) es un instrumento particularmente adecuado para recuperar las condiciones de la actividad de simbolización allí donde se han visto en dificultades” (Kaës, 2001: p. 18). Kaës será justamente uno de los autores que sostienen la importancia del trabajo de preconsciente, favorecida en este dispositivo por el triángulo formado por la palabra, el juego y grupo.

¿Qué nos ha aportado el uso de técnicas dramáticas y el pensamiento en escenas?

Retomando algunas ideas de Martínez Bouquet (2005) diremos que brindan:

  • Las dramatizaciones enriquecen el potencial terapéutico, al aumentar sus posibilidades técnicas. Incluyendo lo corporal, lo gestual, lo no verbal en las expresiones e interacciones.
  • El acceso y posibilidad de operación al campo conformado por “fantasmas” temidos y potencias creadoras.
  • Posibilidades mucho mayores de evitar la racionalización del hablar.
  • Otra relación con las defensas y estereotipias, al habilitar otros lenguajes.
  • Facilitan la exteriorización de las fantasías (resonancia fantasmática y despliegue de los grupos internos) y el trabajo de preconsciente.
  • La posibilidad de especializar y concretizar tanto lo intrasubjetivo como lo intersubjetivo y transubjetivo. Así como la articulación entre los mismos, facilitando la comprensión y manteniendo la complejidad de la misma.
  • Promueve una mayor participación emocional (se movilizan mayores áreas de la personalidad).
  • La movilización de recuerdos, (representaciones ligadas al cuerpo).

También hemos podido constatar el modo en el que lo lúdico y el pensamiento en escenas nos disponen de otra manera, animándonos a la exploración y facilitando la búsqueda de respuestas novedosas a situaciones conocidas y respuestas adecuadas a situaciones novedosas junto a pacientes, colegas y participantes de diversos grupos que apuntalan esta tarea tan desafiante.  

Bibliografía

  • Kaës, R. (2001). El psicodrama psicoanalítico de grupo. Buenos Aires: Amorrortu.
  • Kononovich, B. (1984). Psicodrama comunitario con psicóticos. (A. Editores, Ed.). Buenos Aires.
  • Martínez Bouquet, C. M. (2005). Fundamentos para una teoría del psicodrama. Buenos Aires: Siglo veintiuno.
  • Mauer, S., Moscona, S., & Resnizky, S. (2014). Dispositivos clínicos en psicoanálisis. Buenos Aires: Letra Viva.



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